Ética y política
A menudo esta relación se pone en entredicho, ya que en la vida práctica la ética y la política no marchan de la mano. Por ejemplo se dice que quien opta por una vida virtuosa, es decir, apegada a la realización cotidiana de los valores, debe alejarse de la política, a fin de conservar la probidad moral que otorga la vida ética; por el contrario, el que elige el camino de la política debe estar dispuesto a pasar por encima de cualquier escrúpulo moral. Por consiguiente, si el fin es la consecución y/o conservación del poder, no importa la legitimidad de los medios que posibilitan alcanzarlo. Pero una cosa es la ética como un saber racional que fundamenta la acción moral y la ciencia política como arte de gobernar al servicio del bien común, y otra muy distinta es la incongruencia valoral del ser humano en la vida cotidiana y las prácticas perversas de los políticos que sólo gobiernan atendiendo su beneficio personal y/o de grupo.
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